Punketo

A traves de mis dedos que unen letras que forman palabras y generan fraces para expresar la soledad y sufrimiento de algunas vidas

domingo, 27 de abril de 2008

Noche de terror en la Residencia; El sabor a muerte paralizo nuestros cuerpos

Una noche normal como las de todos los días... llenas de risas y muchos comentarios, sin saber que el frio indicaba los momentos de miedo que iba a invadir nuestros cuerpos. Me dirigí a lo de siempre, acompañar a Ili… Un camino lleno de humor, sin saber que al regresar todo iba hacer diferente, un acontecimiento que iba a dividir nuestras vidas en un antes y un después.

Entré a la residencia y al llegar comenzaba todo. El teatro abría su telón con su primera escena. Las mismas peleas rutinarias de siempre, tanto así que eran comunes y que ya no se le prestó importancia; lleno de cansancio y con la esperanza que unas cuantas palabras duras, llenaran de razón su cabeza y terminara esa obra de teatro cuyas escenas eran infinitas, sin saber que el acto final seria inesperado por todos. Ya todos dispuestos a descansar en un momento de paz, solo una voz en una inmensa oscuridad terminaría esa tranquilidad que indicaba el inicio de la tormenta, esa voz que anunciaba el comienzo del terror dentro de la residencia, esa voz que nos decía que nuestra amiga querida por todos, rebasó los limites de dolor, que su alma ya no era suficientemente fuerte para seguir y que solo en un momento de desesperación pidió a gritos descanso a su infierno sin pensar en el dolor que causaría y el terror que llenaría nuestros cuerpos todos paralizados por el miedo sin saber que hacer, desesperado haciendo innumerables intentos para salvarte y no perderte de nuestro lado pero en ese momento llego a mi la calma, todos perdieron el control al ver a todos con lagrimas sin saber que hacer desesperados por que algo tan insignificante nos alejaba de tu vida, solo una pared que parecía el muro de Berlín, queriendo traspasar ese gran muro.
Todos corrían, todos lloraban pero nada era útil… Como cosa mágica apareció una llave que nos dió la posibilidad de abrir una puerta que dividía el mundo entre la vida y la muerte, rezando por que tu siguieras perteneciendo a nuestro mundo, a nuestras vidas. Al fin logré entrar a esas cuatro paredes que encerraban tu dolor, que oprimían tus gritos de auxilio, allí se desvanecía tu vida poco a poco como una vela que se dispone a apagar su llama, allí te tomé en mis brazos, lleno de ira y rabia por tu cobardía, y profunda impotencia porque mis palabras y todos mis intentos no habían servido de nada para lograr que salieras de ese inmenso abismo.

Corrimos en busca de ayuda pero después de tanta desesperación vimos luz; llegó la carrosa que nos decía: -¡todo estará bien!- allí te fuiste en ella, con el infame culpable de todo y quedamos aquí, con la incertidumbre y con solo las marcas entre paredes de tu sufrimiento, en la espera de una llamada que nos dijera que todo estaria bien...

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